No es tarea sencilla ponerse de acuerdo. La cosa puede terminar siendo una democracia o una dictadura. El punto es buscar un término medio porque al fin y al cabo el dinero es de uno.
Desde hace un par de años por diversas situaciones comenzamos a viajar fuera del país. El principal motivo fue el económico, porque a igual gasto el beneficio era diferente, pero esos avatares económicos a veces van y otras vienen. Ahora es cuando estamos yendo.
Cuando se viaja en familia depende de lo atrevido que sea uno y lo que quiera hacer con su/s hijo/s.
Recuerdo que las primeras vacaciones que hicimos con nuestro hijo tenía 6 meses y fue a una playa local. Por poco no llevamos un trailer. La hamaca (porque comía ahí), el procesador de comida, juguetes, remedios y aún así se pescó el primer resfrío y volvió con los mocos colgando, sin mencionar una tormenta de arena el único día que fuimos a la playa.
Ya de más grande (1 año) nos animamos a ir a Brasil y buscamos un lugar intermedio, con playa pero tranquilo. Tan tranquilo que ir a cenar significaba una caminata de media hora a oscuras pero con linternas, lo que lo hacía más emocionante, para llegar al lugar en cuestión. El tema era volver! Con la panza llena, el chico fastidioso y en el medio de la oscuridad los bichos… Cuando se nos ocurrió visitar un lugar más poblado, resultó que nuestro hijo sociabilizaba con cuanta persona se le cruzaba y no quería volver a donde estábamos. Resultado: nos mudamos y terminamos las vacaciones socialmente.
Hoy buscamos no aburrirnos y por aburrirnos quiero decir «no matarnos», conservar el buen humor, hacer algo que cada uno quiera y tratar de disfrutar que de eso se trata.
Ya estamos cerca de un nuevo período de vacaciones y en estos momentos estamos preparando lo que vamos a llevar.
En breve comenzaré a postear desde otros lugares, pero mientras iré recordando algunas experiencias que nos sirven para planificar mejor el viaje que iremos a hacer.